Contacto humano,
la primera forma de comunicarnos.
Protección, seguridad, consuelo;
todo en la suave caricia de un dedo
o al acariciar una mejilla con los labios.
Nos conecta cuando felices estamos;
nos consuela cuando tenemos miedo;
nos emociona en instantes de pasión y amor.
Necesitamos el contacto con los que amamos
casi como el aire que respiramos.
No entendía qué tan importante era el contacto;
su contacto… Hasta que ya no lo tuve.
Cuando escribí esta carta había terminado de ver la película Five Feet Apart o A dos metros de ti (no voy a spoilear porque posiblemente tú que me lees no la has visto); realmente me conmovió y recordé las veces que he pasado en el hospital, en esos momentos lo que más me hizo feliz fue un abrazo de la gente que amo y que quería verme bien.
Recordé, también, una charla que por momentos se torno en discusión con algunos miembros de mi familia sobre la felicidad. ¿Quién sabe dónde se encuentra? ¿Cómo se construye o qué es la felicidad? En momentos de dolor, de incertidumbre y angustia un abrazo de alguien que amo es la felicidad completa, así de simple —aunque a veces también puedo ser superficial y sentirme feliz cuando uso algo cómodo, como mis tenis favoritos—.
Un debate frecuente es si la felicidad se trata de un estado constante o si debe ser entendida como futuro, como una meta u objetivo. Muchas personas son felices cuando tienen una carrera exitosa, otras cuando tienen a una persona a su lado, o cuando tienen aquello que tanto han deseado conseguir, otras más se hallan contentas en la soledad.
Hace un año escribí sobre el poder que tenemos de producir lo que queremos y me refiero a todo; lo intangible y tangible, como lo es una cena de año nuevo o esas decoraciones maravillosas en las que cada celebración hacemos magia para recibir a los que más queremos de una forma espectacular. En realidad, todo el año producimos cada momento de nuestras vidas, a veces lo hacemos muy bien y otras quedamos en deuda con nosotros mismos.
Hoy que estamos a punto de terminar un año difícil para México y el mundo. Deseo que no se te olvide la fuerza que llevamos por dentro; que la fuerza de nuestro interior es camino para lograrlo todo.
No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Produzcamos todos los momentos de nuestra vida porque la felicidad depende de nosotros y de nuestra fuerza interior.
¡Abraza, ama, crea, vive! ¡Celebremos la vida!
Felicidades
Marco Chong